viernes, 3 de mayo de 2013

Novela: Jigoku Hunter - Capítulo 7: Errores del pasado


Capítulo 7: Errores del pasado


Mikashi explicó al resto que se comprometió con la muchacha hace tres años, pero rompieron lazos cuando él decidió alistarse en la Orden Hogo Suru. La joven pensó que había muerto cuando los integrantes de la Orden dieron una paliza y abandonaron a Mikashi cuando se encontraban de expedición en la región de Chia. Él rehízo su vida junto a la abuela Kutomi y su familia después de que ésta le encontrara inconsciente y desnutrido, así que decidió olvidarse de su pasado.

-¡Estoy muy feliz Moritaka! -Exclamaba la joven con una gran sonrisa.
-Sabes que no me gusta que me llames por ése nombre, Okimi.
-¡Está bien, Está bien! Pero hay una cosa más... -Dijo la chica mientras se giraba y miraba a Rinki-Rinki.

Okimi habló con el Hada y luego les contó a los demás que como ella nació bajo la Umi Sekai, era capaz de sentir y llamar al mar, por lo que presintió el ataque a las Hadas y las llamó para ponerlas a salvo. También dijo que las Hadas fueron producto de la marca del mar de alguien con un poder equiparable al de la diosa Umi, que es la representación física de una de los cuatro elementos creadores del mundo.
Ella era una sacerdotisa devota de la diosa Umi al igual que lo era la abuela Kutomi, por lo que congenió al instante con el grupo.

-¿Así que eres una sacerdotisa de Umi? -Preguntó Taka mientras observaba a la joven con minucioso detalle.
-Si, mi finalidad es transmitir el mensaje de Umi, ella me usa como su herramienta para protegernos de los Jigoku. Aunque ésos brutos de las Ordenes del Cielo prefieren usar otros métodos mucho mas destructivos y que no respetan los deseos de Umi, por eso los odio tanto...¡Por eso dejamos de estar juntos, Mikashi!
-¡Lo se, pero fue mi decisión y aunque fue errónea no puedo arrepentirme de mis actos, mi orgullo de hombre está por encima de todo!
-Yo tampoco puedo arrepentirme, al fin y al cabo rehíce mi vida tres meses después de que rompiéramos nuestro compromiso.
-¿COMO? ¡Eso fue muy rápido! -Decía Mikashi con el orgullo dañado.

Ellos le contaron el ataque del Jigoku y su destino hacia la Orden Horo Suru. Conversaron durante horas hasta que finalmente anocheció y Okimi les ofreció cobijo en su casa junto a su actual cónyuge. El grupo aceptó aunque a Mikashi no le gustaba la idea de pasar la noche junto a su antigua prometida y a su nuevo amado.

-¡Mi amo! ¡Ya estoy aquí!
-¿Como? ¿Llamas a tu esposo de esa manera? -Se preguntaron todos sorprendidos.
-¡Oh! ¡Claro, así he de llamar al hombre que me compró!
-¿QUE TE COMPRÓ? -Seguían preguntándose y exclamando todos con las caras desencajadas.

De pronto apareció un hombre bastante mayor y bien vestido que empezó a gritar a Okimi.

-¿Por que has tardado tanto en volver de ese maldito templo? ¡Tú eres mía y tienes que obedecer mis ordenes en todo momento! ¡Voy a tener que volver a azotarte!
-¡Lo siento mi amo! ¡Merezco ser azotada! ¡E sido muy mala con usted! ¡Pero quería pedirle un favor! ¡Deje que estos chicos se queden esta noche en su casa!
-No se porqué tengo que ofrecerles alojo a estos críos! ¡Dame un motivo! ¡No, no me lo des! ¡A la sala de castigo!

Y el hombre sacó un látigo y tiró al suelo a Okimi al darle un gran azote. Volvió a levantar la mano, pero en ese momento Mikashi se abalanzó sobre él y lo agarró por le cuello.

-¡¡¡AGH!!! ¿QUE HACES? ¡Déjame, yo compré a esa escoria de mujer y le daré su merecido!
-¡La única escoria que hay aquí eres tú! ¿Como puedes tratar así a las personas?
-¡YO LA COMPRÉ! ¡ESTOY EN MI DERECHO! ¿Y A TÍ QUÉ TE IMPORTA LO QUE HAGA YO CON ELLA?
-¡Preocúpate más de lo que voy a hacer yo contigo! -Exclamó Mikashi al hombre bajo una mirada iracunda.

El hombre sacó una campana de piedra de su bolsillo y la hizo sonar. De pronto el suelo empezó a temblar y las estatuas gigantes que tenía a los lados de la sala cobraron vida, eran gigantes de piedra vestidos con armaduras de Samurai y armados con Naginatas.

-¡JAJAJA! ¡VAS A SER CASTIGADO! ¿Sabes lo que son los Kyojin de Senshi? ¡Pues yo compré dos! Prepárate para...

Mikashi noqueó al anciano con su Katana envainada, lo lanzó al suelo y bloqueó el ataque de una de las estatuas. Nakaru sonrió al verse envuelto en una pelea y se lanzó hacia la otra, pero eran demasiado resistentes, las estatuas ni se inmutaban ante los golpes de los chicos.
Taka socorrió a Okimi, que estaba en el suelo.

-¡Señorita Okimi! ¡Tenemos que ayudarlos!
-¡Pero él es mi dueño! -Decía entre lágrimas la sacerdotisa.
-¿Como puede decir éso? ¡Él no es dueño de nadie! ¡Tiene que reaccionar! ¡Piense en cómo se sentiría Mika! ¿No ve que está luchando por su libertad?
-¡Oh! -Exclamó la muchacha cuando alzando la cabeza vio como los chicos arremetían sin cesar contra las estatuas a pesar de estar heridos y sin lograr causarles ningún daño.

Okimi se puso en pié con la mirada firme y miró a Taka y Rinki-Rinki, que sin necesitar palabras comprendieron lo que ella les quiso decir.

-¡Hermano, Mika! ¡Apartaos!
-¡Ahora lo comprendo! ¡La Diosa Umi no quería ésto para mi! ¡Ha traído aquí a Moritaka y al resto para que me dé cuenta!
-¡Rinki-Rinki! ¿Estás preparada?
-¡Rinki! ¡Rin! ¡Rin!

Los chicos se apartaron y Las chicas se prepararon para entrar en acción. Primero Taka lanzó a Rinki-Rinki hacia una de las estatuas mientras se transformaba en tentáculos y la clavó en la pared. Entonces Okimi le lanzó una de sus flechas de mar, rajando-la y acabando con ella. Después, la otra estatua intentó atacar a Taka, pero se interpuso Nakaru frenéticamente mientras seguía sonriendo de forma diabólica ante la ferviente batalla y la repelió lanzando-la algunos metros hacia atrás. Mikasi saltó sobre ella y la tumbó con un fuerte golpe en la cabeza. El Hada volvió a las manos de Taka, se transformó en martillo, ella corrió hacia la estatua y dio un salto.

-¡Vamos Rinki-Rinki! ¡Yo también quiero ser fuerte, se lo debo a la abuela! ¡¡¡SHOGEKINAMI!!! ( Ola de choque )

El ataque aplastó a la ultima estatua, poniendo fin al combate. Nakaru Se lanzó sobre su hermana gritando al ver como se estaba convirtiendo en una guerrera mientras Rinki-Rinki volvía a dormirse. Mikashi y Okimi se abrazaron y él le dijo que nunca habría querido ese tipo de vida para ella y con una tierna sonrisa ella se giró.

-¡Oye, Sacerdotisa! ¿Qué piensas hacer ahora? -Gritó Nakaru.
-No lo sé, supongo que seguiré mis rezos aquí, pero no volveré a tener un dueño jamás.
-¡Entonces está decidido! ¡Te vienes con nosotros! -Dijo Nakaru con una gran sonrisa.
-¿Como? Yo, no puedo. Causaría muchas molestias... -Murmuraba la joven avergonzada.
-¡Vamos Okimi, no tienes que decir nada más! -Le dijo Mikashi para tranquilizarla.
-¿Eh? ¡Si, estoy a vuestro servicio, aré lo que me pidáis!
-¡Tonta! ¡No tienes que ser tan sumisa con los demás, pero eres graciosa! -Dijo Nakaru mientras soltaba una carcajada.
-¡Un momento! ¿En qué momento yo e dicho que ésta mujer pueda venir con nosotros? ¡No me caes mal pero más vale que te mantengas alejada de mi querido Mika! -Gritaba Taka enfadada.

El grupo salió de la casa y se dirigió a la Orden Horo Suru, en busca de ayuda para vencer al Jigoku que les dejó sin hogar.

CONTINUARÁ



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